Recordando a Gonzalo Pérez


La vanidad es yuyo malo que envenena toda huerta.
Hay que vivir siempre alerta manejando el azadón.
Pero no falta el varón que lo riega hasta en su puerta.

Atahualpa Yupanqui (coplas del Payador Perseguido).

No tenía intenciones de escribir nada, sobre todo después de la bella carta de Mariel sobre el Flaco Pérez. Y probablemente no hubiera escrito nada si no pensara que el Flaco sí, en mi lugar, lo hubiese hecho. Hace mucho que no escribo algo que no incluya un texto con epsilons y deltas. Me mueven algunos hechos que he podido ver a lo largo de estos años y que me hicieron recordar varias veces a Gonzalo.

A él lo conocí, allá por los comienzos de la década del 70, cuando hacía poco yo daba vueltas por el IME. Para esas vueltas me movían dos impulsos, uno que habiendo ingresado a estudiar Ingeniería, me estaba dando cuenta que me interesaba, más que otras cosas, la Matemática. El otro móvil se llamaba Martha y era una secretaria del IME recién ingresada que me gustaba. Martha, como Gonzalo, era cristiana y fue por medio de ella que llegué a, tímidamente, relacionarme un poco con él. Pero no llegué a conocerlo mucho en ese entonces. Luego vinieron la dictadura, la intervención de la Universidad y la diáspora. Sé sí que me crucé con Gonzalo sin habernos encontrado. Su hija Leticia nació en la maternidad "Ramon Sardá" en Buenos Aires, casi al mismo tiempo que nacía mi hija María Ofelia en la misma maternidad.

Recién volví a ver a Gonzalo en 1985, poco antes de que me restituyeran como ayudante en el IME. Luego siguieron varios años de compañerismo en el IMERL y la confianza empezó a crecer. Fue así que un dia me dijo que "Gonzalo" quería decir "fuerte para la lucha", no sé en que lengua. Y otro día me dijo, en esa forma religiosa de ver el mundo que tenía, que en realidad existían en nuestro mundo moderno básicamente tres grandes tentaciones: el Dinero, el Poder y la Gloria. "A cada uno le afecta una tentación más que otra y de eso depende en parte su vocación", contaba Gonzalo. "Analicemos a los matemáticos", decía. "¿El dinero? Sí, los tienta pero no mucho, si no harían otra cosa." "¿El poder? Es poco el verdadero poder que alguien que haga Matemática puede tener. No digo que no haya alguna tentación por tener tal o cual carguito de dirección, pero es un poder insignificante frente a los poderes externos a la vida académica. Si alguien realmente quiere poder no se dedica a esto." "No, a los matemáticos lo que más los tienta es la gloria, la vanidad los pierde. Son capaces de deslealtades y agachadas sólo por tener un paper más publicado, porque su nombre brille."

Me acordé de Gonzalo en estos dias. Tenía razón. Hay que ser "fuerte para la lucha" como él para que no nos ganen esas tentaciones. Para seguir teniendo un horizonte común y no dejarse ganar por el individualismo.

José L. Vieitez
10 de setiembre de 2003.


[ Gonzalo Pérez Iribarren: In memoriam] [Centro de Matemática] [Instituto de Matemática y Estadística "Rafael Laguardia"]