Haciendo boca. Darwin Desbocatti.
Búsqueda 01.09.05

¿Soy un mal ciudadano por desearle a Vázquez Melo una muerte lenta y dolorosa cada vez que saco un boleto capicúa, desplanzado así mis anteriores objetos de plegarias luciferianas que eran Paul Anka y Roberto Moar? Ya me caía grueso con la pavada de los peluches acompañandolo en la predicción […] ¿Cómo convenzo a mi hijo de que no me lleve un muñeco a la escuela si un desequilibrado legitima el peluche-dependencia en el informativo? Es cierto: hijos, lo que se dice hijos no tengo; pero ese detalle no me amedrenta a la hora de enarbolarme en un padre preocupado, que es la mejor de las posiciones para asumir cuando uno le desea lo peor a otro ser humano. Lo hago por mis hijos, no tiene nada que ver que odie visceralmente a ese macaco (me refiero al de tamaño natural y apariencia de ser humano) […]

Hasta ahí, entonces, se podría decir que ya estaba un poquito, apenas, cruzado con este señor, pero lo peor vino después. El destino nos puso ante una situación en donde la condición humana misma fue llevada al límite, dejando en evidencia la debilidad de los simples mortales […] Y ahí entramos en la nueva fase: ahora se viste de negro y levanta la bandera de la libertad de expresión, como si fuera un musulmán en la CNN o un neoliberal en la televisión cubana. Ahora nos dice que no lo dejaron hablar de alarma meteorológica, que lo censuraban, lo cen-su-ra-ban, dice, como si no lo hubiéramos visto con espadas laser, cascos, pelucas, bichos y otros bochornos. Ahora recomienda que nos encerremos y hagamos acopio de alimentos. ¿Seguimos hablando de un viento fuerte o está pronosticado un ataqueue nazi? Por no mencionar el botiquín de primeros auxilios que recomendó tener a mano, que seguramente me sirva de mucho cuando se me caiga el plátano de 40m que tengo en la puerta de mi casa: me voy a pasar un algodoncito con iodofón por las 12 costillas rotas y el esternón hundido.

El desesperado intento por la recuperación de credibilidad de este hombre es un castigo que no nos merecemos, tanto que dan ganas de pedirle, Dios nos perdone, que vuelva a la gansada de antes. Porque, incluso pasando de largo el hecho de que le erró 120kph en la velocidad de los vientos (si yo le erro por ese margen andando en la ruta me sacan la libreta de por vida: traslade ese yerro al jefe de mecánicos de la Ferrari, y sabrá que tiene que agradecerle al Señor por mantener su trabajo… al Señor De Feo), sepa algo, mi viejo: a Pelusita le creo su axioma “un cumpleaños sin Pelusita no es un cumpleaños”, pero no le asisto a una conferencia de Geopolítica Internacional si él es el orador, así comparta escena con Lech Walesa. O una cosa o la otra.

Para mi, señor Melo, nada que salga de su boca es creíble, su caso a esta altura es como el cuento del “Pastorcito con problemas de expresión y razonamiento al que la gilada le festejaba las gracias patéticas que hacía, sin darse cuenta de que estaban alentando la pelotudez más vergonzosa”, que es igual al “Pastorcito mentiroso” pero con un personaje un poco más complejo desde el punto de vista sicológico, rozando la patología. En resumen: el Pastorcito, que era muy de hacer macacadas, un día dice que va a venir el lobo a 60kph, pero el lobo pasa a 180 y se lastra todas las ovejas. A partir de ahí, el Pastorcito se hace el serio pero no consigue laburo ni en VTV.