Matemático y revolucionario

En las primeras páginas de una copia del libro Manual para entender quien vacía el sobre de la quincena varias decenas de “Trabajadores del Metal y Ramas Afines afiliados y no afiliados al Partido Comunista” (así comenzaban las firmas fechadas en 17 de setiembre de 1985) le decían a José Luis Massera (Génova, 8/6/1915 - Montevideo, 9/9/2002)

[...]leyendo este libro hemos aprendido mucho, tenemos un mayor conocimiento de porqué se habla de explotación y de explotadores. Comprendemos más profundamente que la cuestión de terminar la explotación del hombre por el hombre se resuelve de una única manera: cambiando las relaciones de producción y construyendo una nueva sociedad [...]
Cuán importante aporte ha hecho usted Camarada al escribir este pequeño gran libro a la lucha de los trabajadores; del pueblo; a la Revolución.
Queríamos expresarle a usted nuestros saludos y reconocimiento y nos pareció una buena forma de hacerlo estampando nuestras firmas en su libro, en nuestro libro.

Nada me pareció mejor para comenzar este pequeño artículo de homenaje a Massera que transcribir estas líneas guardadas entre los recuerdos de este gran hombre.

Muchos universitarios –la Universidad como institución- reconocemos en Massera a una de las más importantes figuras intelectuales que ha dado el país.

Sus teoremas sobre estabilidad de ecuaciones diferenciales son citados en todo libro sobre esos temas. Se refieren al hecho de que muchos tipos de movimientos no tienen grandes diferencias si uno se equivoca un poco al comenzar el recorrido. Paradojalmente los que ahora nos consideramos sus hijos, nietos, biznietos, en el plano de nuestra disciplina, nos dedicamos al estudio de los movimientos desordenados, que precisamente cumplen la condición contraria: pequeños errores al comienzo tienen grandes consecuencias en el futuro.

Pero no es paradójico, porque el legado de Massera no es el de la copia, sino el de la originalidad. No es el del culto seguidista del maestro, sino el de que aprende de su independencia de criterio, de su tolerancia, y trata de ser exigente, serio y honesto en el trabajo intelectual. Como lo fue él, con su inmensa inteligencia, profundidad y modestia.

Como una muestra de ese reconocimiento internacional, que pasa por los múltiples doctorados Honoris Causa, les transcribo lo que hace unos días escribiera a sus colegas latinoamericanos, el Presidente de la Unión Internacional de Matemática, Jacob Palis: “manifiesto mi profundo pesar por la pérdida del gran hombre y matemático que fue José Massera. Su ejemplo marcó mi vida y mi opción por trabajar en América Latina y por ella, procurando tener como Massera una visión global de la elevación del nivel científico de la región... Deseo también que el recuerdo de su humanismo nos ilumine y anime a todos.

Al recibir el doctorado de la Universidad de Puebla, México, Massera trazó su imagen de hombre tensionado entre los problemas de nuestro tiempo y la dedicación a una actividad humana muy abstracta y aislada; le agradecía al Rector de esa Universidad: “este título ha sido dado no sólo al matemático sino al hombre, y, sin vanidad, creo poder decir que en mi vida sí hubo una vocación muy marcada por la ciencia, a la cual dediqué una parte considerable de mis esfuerzos, pero que también hubo en mí siempre, desde el principio y permanentemente, desde antes que pudiera empezarse a pensar que llegaría a ser un matemático, una sensibilidad aguda –que no quedó en mera sensibilidad sino que supo y pudo  transformarse en acción – para los problemas de mi país y de mi pueblo. Por eso en el hombre Massera del que habla el amigo Rector se dan en efecto estas dos facetas que no son en realidad antagónicas. [...] Luego la vida determinó que la cara matemática quedara postergada [...] la faceta principal era la otra: el sumergirme , de diversas formas a lo largo de mis ya no pocos años, en la vida de mi pueblo, de mi país; ser sensible  a todos su problemas, a todas sus inquietudes.

Participó en diversas etapas de transformación de su Partido Comunista, al que se había afiliado en 1942. Integró su Comité Ejecutivo entre 1955 y 1991, y  fue su Secretario General en el país entre 1974 y 1975. Los múltiples textos que redactara para los cursos de educación partidaria lo muestran como un ideólogo sutil, aún en trabajos aptos para ser leídos por públicos de muy diversa formación. El libro en cuyas primeras páginas se escribieron las palabras que encabezan esta nota, tuvo dos ediciones (EPU, 1973 y 1985) y es un pequeño modelo de cómo hablar de manera simple sobre el enfoque marxista de  la economía.

Diputado entre 1963 y 1972, su obra parlamentaria es recordada especialmente como hacedor de  leyes; como legislador en el verdadero sentido de la palabra, no como hombre de discursos floridos. En ocasión del homenaje que le rindieran ambas cámaras del Parlamento el 17 de setiembre, se destacaron estas facetas, y se recordaron sus aportes especialmente en defensa de los trabajadores y elaborando leyes en materia científica y de enseñanza.

Luchador incansable por la paz, ya entre 1939 y 1940 fue Presidente del Movimiento Nacional Antiguerra, y este perfil de sus preocupaciones lo caracterizó en toda su vida activa. “La paz, tema central de la humanidad” es el título de muchos de sus artículos en variados medios de prensa del mundo. Sobre estos y muchos otros temas de política, economía, filosofía, ... su obra enriqueció la revista teórica del P. Comunista, Estudios, desde 1956, cuando fuera fundada, hasta los 110 números que llevaba salidos hace 10 años. Desde 1990 participó de diversos movimientos (aquí, en Paris, etc.) sobre la Vigencia y Renovación del marxismo.

Su obra teórica se extiende a la Filosofía Política (escribe un trabajo sobre “Maquiavelo y el Marxismo” en el libro Vigencia de Maquiavelo, editado por la Universidad en 1972), a los problemas de la revolución científico-técnica (“Ciencia, educación, revolución”, EPU, 1970), y de la dialéctica (capítulo en el libro Sciences et dialectiques de la Nature, Paris 1998). En sus últimos años activos estudió con particular cuidado la obra de Spinoza.

Massera estuvo preso casi 10 años. Semejante personaje era muy peligroso para la dictadura. De aquellos años, algunos de los cuales pasamos juntos, recordamos en un escrito de hace unos años: Seguramente todo hubiera sido más difícil sin la presencia de aquellas personas que nos servían de referencia. La sola oportunidad de poder compartir con ellos una charla, cada dos meses, en un ``trillo'' (nos referimos a los recreos diarios, los que duraban 40 minutos, durante los cuales los presos podíamos caminar y conversar en grupos de no más de dos), nos hacía sentirnos felices e importantes.

En el ala derecha del primer piso del Penal de Libertad, estaba Massera. Aunque en diferentes celdas, allí estábamos también nosotros. Estas eran para dos presos, pequeñas, muy pequeñas [...] No obstante, allí se construían mundos; y si no hubiera sido así, que desesperación! Se discutía de política, de filosofía, de arte, de psicología, del futuro de los hijos, de Vania o de Varinia, de lo difícil que estaba afuera, de matemática, de la dialéctica, del amor y de las artesanías.

-``Pero fijate: ahí está Massera'', o si no -``Por qué no le preguntamos a Massera''. El era el punto de referencia de muchas discusiones. Y sí, allí estaba Massera, ``trillando'' sus 40 minutos diarios. Con suerte, pues solían llover sanciones que obligaban a quedarse las 24 hs. en la celda de 2 x 3. [...]

Increíblemente, uno podía hablar con Massera de matemática. Ahora [en 1996] uno está acostumbrado a verlo diariamente hasta las 11 de la noche en el Instituto, a hablar con él de cualquier cosa: de teatro, de cine, de marxismo y de la vida académica, Pero entonces uno se sentía como un escolar que tenía la oportunidad de hablar con Einstein, preguntarle cosas y oír sus respuestas.”

Estoy seguro que esas opiniones reflejan las de todos los que hemos tenido el honor de compartir trozos de nuestras vidas con él.

El obituario distribuido por los compañeros matemáticos de Massera, termina así: ``Era claro que esta diversidad de intensos y genuinos compromisos, reflejaban un único compromiso mayor: su compromiso con la marcha del género humano. La imagen que Romain Rolland atribuía a Beethoven, acudía frecuentemente: es el toro fuerte que marcha al frente de su raza.

Por Roberto Markarian
Doctor en Matemática, Profesor del Instituto de Matemática y Estadística (IMERL) de la Facultad de Ingeniería, miembro del Consejo Directivo Central de la Universidad de la República.


[ José Luis Massera (8/6/1915 - 9/9/2002): In Memoriam]

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