Eduardo García de Zúñiga

Algunos aspectos de su personalidad.

Por Rafael Laguardia

El 2 de abril de 1951, a los 83 años de edad, falleció en su apacible retiro de Progreso, el Ingeniero Eduardo García de Zúñiga, una de las más respetables, completas y brillantes individualidades que hayan actuado en nuestras esferas administrativa, profesional y docente.

Nacido en Montevideo el 30 de setiembre de 1867; realizó sus estudios secundarios y superiores en nuestro país. Perteneció a la primera promoción de ingenieros nacionales, graduándose en 1892 con una tesis sobre "Un viaducto metálico".

En su larga y fecunda carrera administrativa se señaló por su capacidad para abordar y resolver difíciles problemas técnicos de la índole más diversa. Actuó en el Departamento Nacional de Ingenieros, en las inspecciones Técnicas Regionales, en la inspección General de Ferrocarriles del Norte del Río Negro; fue sucesivamente Director de Vialidad, Director de la Administración Nacional de Puertos y Director de Ferrocarriles.

Paralelamente desarrolló una notable labor docente como profesor de matemática en la Facultad de Ingeniería, donde desempeñó las cátedras de Algebra Superior y Análisis y de Cálculo Infinitesimal, y además en la Facultad de Ciencias Económicas, donde enseñó Cálculo Mercantil y Financiero. Ocupó importantes posiciones en el gobierno de la Universidad, habiendo formado parte de los Consejos Directivos de las Facultades de Ingeniería y de Humanidades y Ciencias y habiendo sido Decano de la primera durante tres períodos.

Fue designado Profesor ad-honorem de la Facultad de Ingeniería y Doctor honoris-causa de la Universidad.

Fuera de la esfera oficial dedicó no pocas energías a impulsar los estudios desinteresados, principalmente desde la presidencia del Instituto de Estudios Superiores, que desempeñó en forma continuada desde poco después de fundarme esta institución.

Sus publicaciones pueden clasificarse en dos grupos según que se refieran a Ingeniería o a Matemática. A continuación damos una lista de unas y otras, comentando brevemente algunas del segundo grupo.

Sobre Ingeniería

Sobre Matemática

Además de las obras mencionadas en los dos grupos precedentes, publicó en su carácter de bibliotecario honorario, el Catalogo de la Biblioteca de la Facultad de Matemáticas. Montevideo, 1912, donde por primera vez se utiliza en nuestras bibliotecas públicas la clasificación decimal.

Sería injusto limitarse a la enumeración precedente porque no da cuenta cabal de su personalidad. En lo físico: fuerte, vigoroso y gallardo. En lo moral: bueno, franco, generoso y sencillo. Además, tolerante y comprensivo. Su cultura: vasta y profunda no sólo en ingeniería y en matemática, sino también en las humanidades, que cultivó con íntimo y acendrado deleite hasta sus últimos días. Una individualidad tan completa, potente y avasalladora tenía que inspirar simpatía o, por lo menos, respeto. Gracias a ello pudo aportar a los problemas, aun en medios a veces indiferentes o incomprensivos, no ya la solución estrecha que busca allanar la dificultad inmediata, sino la que se inspira en perspectivas lejanas y abre cauces al futuro. Así, por ejemplo, al frente de la biblioteca de la Facultad de Ingeniería, no se dejó desbordar por los que deseaban llenar los anaqueles con la multitud incoherente de los textos que se repiten los unos a los otros o exageran la última novedad técnica, a veces pronto olvidada, sino que planteó y llevó a cabo una política de adquisiciones en la que dio a las novedades su real importancia, pero no descuidó las obras básicas, las colecciones de revistas científicas y las producciones de los grandes investigadores. Gracias a él aquella biblioteca atesora obras de gran valor, particularmente en el dominio de la matemática y de la historia de la ciencia. Las importantes colecciones de periódicos matemáticos que con certera previsión hizo adquirir, desoyendo a los escépticos son hoy consultadas diariamente por los profesores que le sucedieron en sus cátedras y por jóvenes estudiosos e investigadores en cuyas manos son un instrumentos imprescindible.

Dejemos a otros que, con mejor conocimiento que nosotros, valoren su obra de ingeniero. Pero un deber de gratitud a quien tanto hizo por impulsar los estudios matemáticos en nuestro país nos mueve a esbozar una justa valoración de su actuación como matemático. La variedad de sus inquietudes intelectuales y la multitud de sus importantes tareas al servicio del Estado que, nos consta, ejerció con profundo desinterés por lo material, no le permitieron dedicar a la investigación matemática para la que estaba tan bien dotado, las largas horas de esfuerzo continuado que ella exige. No obstante, quienes no hayan sido sus alumnos o no hayan disfrutado de su trato, encontrarán en su Nota sobre el wronskiano, su Curso de Algebra Superior y Análisis, su Estudio sobre Programas, y otras publicaciones muestras de su espíritu lógico, agudo, penetrante y riguroso, así como de su elegancia y claridad en la exposición. Como profesor sacrificó a veces la utilidad a la belleza, pero se caracterizó por la jerarquía de sus clases, a las que situó a un nivel, imprimió una seriedad y un rigor y animó con un acento de modernidad que, a pesar de los vaivenes de planes y programas, pueden considerarse conquistas definitivas en nuestro medio.

Tomado de "Lecciones de Historia de las matemáticas", por Eduardo García de Zuñiga. FHCE, Montevideo, Uruguay, 1990 (Copyright: Departamento de Publicaciones, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Universidad de la República) Publicado originalmente: Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias (No. 7 - diciembre 1951)


[ José Luis Massera (8/6/1915 - 9/9/2002): In Memoriam]

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